El Curso Superior de Entrenadores reunió a los cuatro entrenadores de las ligas LEB que han conseguido triunfar deportivamente esta temporada. Andreu Casadevall y Gonzalo García en Oro y Ñete Bohigas y Toni Ten en Plata obtuvieron el reconocimiento del alumnado y protagonizaron un interesante debate.
MIGUEL PANADÉS
De lo que se habló durante hora y media, con participación del alumnado y, entre ellos, exjugadores y jugadores en activo que han vivido la realidad LEB, fue de táctica pero y fundamentalmente, en lo que se hizo hincapié fue en ese término que acuñó en su momento uno de los alumnos,
Roger Grimau, y definido como “empatía táctica”. Porque la coincidencia de los cuatro técnicos, cada uno de una realidad diferente a la del otro y de generaciones también diversas, fue la de la necesidad de compartir sensaciones con los jugadores, de hacerles encontrarse a gusto, identificados con el proyecto táctico. Hay que conseguir que el jugador crea en lo que hace porque cuando cree, cuando se lo hace suyo, entonces el rendimiento aumenta.
Hablaban los técnicos sobre tendencias pero ahí volvía a aparecer la figura del jugador, quien por su calidad sería capaz de interpretar las propuestas de sus técnicos. Son ellos los protagonistas y es a través de ellos de quien se ponen en marcha los sistemas, las estrategias. La apuesta valiente y descarada de
Toni Ten en Castellón, la más pausada y buscando situaciones cinco contra cinco de
Ñete Bohigas en Cáceres en LEB Plata, ahora ambos ya en LEB Oro. El primero produciendo juego desde la velocidad y el poste bajo y el segundo desde el control de los ritmos y el bloqueo directo.
Cuando establecieron el pulso teórico
Andreu Casadevall y
Gonzalo García ahí se produjeron más coincidencias en planteamientos surgiendo el nombre de los bases expertos como Pedro Rivero en Ourense y Albert Sabat en Burgos. Curiosamente con directores de lujo en pista esos sistemas triunfaban a lo largo de la temporada. Liderazgo en la pista, en el vestuario, incluso fuera del pabellón como elementos diferenciales porque en cualquiera de los cuatro casos aparecía otro factor determinante, decisivo. El factor de calidad humana. Los equipos que reúnen jugadores capaces pero además generosos en el esfuerzo y en el carácter tenían muchas más posibilidades de éxito.
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