El Máster de Formación vivió tres bonitas jornadas de baloncesto, con más de treinta entrenadores inscritos y junto a Sito Alonso, Diego Ocampo, Patricia Ramínez y Porfi Fisac en medio de un ambiente de máxima ilusión.
Miguel Panadés
Cuando treinta entrenadores procedentes de toda la geografía española deciden invertir tiempo y dinero en vivir tres días de baloncesto con la única pretensión de seguir aprendiendo queda patente la motivación de muchos de los entrenadores de formación de nuestro país. Tal como recordaba sabiamente Diego Ocampo existe la mala costumbre de cuestionar sistemáticamente el trabajo en formación, de culpabilizar de los males de nuestro baloncesto, si es que los hay, a las primeras enseñanzas en la etapa de iniciación de los jugadores. La realidad es que esos entrenadores, algunos con poca experiencia, otros con más bagaje, sienten mayoritariamente responsabilidad e inquietud por formar adecuadamente a sus jóvenes, niños o niñas, que reciben la primera llamada del baloncesto.
Durante el Máster de Formación tanto Sito Alonso como Diego Ocampo, dos maestros en el arte de enseñar, ofrecieron unas interesantes pautas en la pista sobre aspectos claves en nuestro juego como el pase, el tiro, el bote, la lectura de ventajas, el juego de pivots, la gestión del bloqueo o directo o indirecto. Lo expusieron desde experiencia de las necesidades del baloncesto adulto para, desde ahí, saber qué es lo que un jugador de formación debe dominar en su itinerario hacia la edad senior. Esos entrenadores asistentes al Master recibieron mensajes para luego y posteriormente debatirlos en unos foros repletos de ideas, de controversias. El baloncesto siempre ha crecido desde el debate, desde el contraste de ideas.
Pero además de la práctica hay otros aspectos fundamentales en el arte de enseñar como son las gestiones de la emoción, de la ilusión, como son aquellos que tocan directamente al corazón de los nuevos jugadores y todo entrenador que quiera conseguir algo de un jugador deberá buscar en su capacidad de convicción lo que en algunos casos se conseguía antes por la imposición. Patricia Ramírez en su magistral clase de psicología y Porfirio Fisac con su siempre inteligentes consejos sobre los caminos adecuados hasta la élite, completaron un cartel que no sólo aleccionó sino que ilusionó a los entrenadores en su tarea por seguir ayudando a miles de jugadores a crecer baloncestísticamente.
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