PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
De los hermanos Margal a los Gasol pasando por los Llorente, Arcega, Jofresa, Angulo, Grimau, Reyes o Hernangómez… No han sido pocas las parejas -e incluso tríos- de hermanos que a lo largo de la historia han hecho sonar por duplicado el apellido familiar en un baloncesto patrio en el que las Ligas LEB también han aportado su granito de arena.
Y si no que se lo digan a Eloy y Pablo Almazán, los protagonistas de la historia más reciente en unas Competiciones FEB acostumbradas a proyectar al jugador nacional y en las que no han faltado parejas mixtas de hermanos como las compuestas por Rudy y Marta Fernández o Alberto y Tamara Abalde. Su fichaje conjunto por el Melilla Baloncesto les ha permitido ya no sólo escribir una nueva página para la historia sino que pone en sus manos el complicado reto de poder convertirse en la primera pareja de hermanos que conquiste un ascenso a la Liga Endesa.
Un deporte a la medida en su ciudad natal:
Pero la historia de Eloy y Pablo comenzó mucho antes, en una ciudad de Granada en la que pronunciar el apellido Almazán supone evocar una tradición baloncestística de varias décadas. Especialmente en el seno de una familia en la que la gran mayoría de sus miembros han crecido escuchando el bote del balón. Su tío Juan Antonio (Kiko) fue el precursor del baloncesto en la familia dejando tras de sí una curiosa historia que le llevó a lograr el ascenso a Primera División con el CD Oximesa junto al padre de Carlos Cabezas y a jugar incluso en la propia ciudad de Melilla alistándose en las filas un club que agradeció su trabajo pagándole con un Renault 5 como recompensa.
Con el balón naranja en su cadena genética era cuestión de tiempo que Eloy y Pablo se iniciasen en un deporte con el que contactaron por primera vez en una pequeña canasta instalada en casa de su abuela. Los piques con su hermano mediano Tito solían desembocar en auténticos campeonatos en los que se ponían en juego los turnos a la PlayStation, el dominio del mando a distancia e incluso 24h de esclavitud al servicio del ganador.
Una situación que no pasó desapercibida para su Padre Antonio quien decidió fundar su propio club para que sus hijos pudieran iniciarse junto a sus amigos en un equipo que el mismo entrenaba a diario. “Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos por todo lo que hizo por nosotros, en nuestro colegio no había la posibilidad de jugar al baloncesto y él puso todo de su parte para que pudiéramos jugar. Con el paso de los años te das cuenta y valoras cada minuto que dedicó para que pudiéramos hacer de esa pasión nuestra profesión”, relata un emocionado Eloy a la hora de evocar sus inicios.
Ejerciendo de hermano mayor en la sombra:
Con la ciudad de Granada como cómplice pero separados por 5 años de edad, ambos jugadores iniciaron el despegue de una carrera deportiva en la que Eloy ha tenido que ejercer como hermano mayor. Así lo recuerda un Pablo Almazán que ha ido siguiendo los pasos del mayor de la casa: “Eloy ha sido el culpable de muchas de las cosas que han ido pasando en mi carrera ya que, por edad, siempre ha ido un pasito por delante de mí. Él fue el primero en llegar a la cantera de Unicaja facilitando un tiempo después mi llegada, él me recomendó a Rafa Gomáriz para que pudiera fichar por Plasencia en LEB Plata y él ha ejercido un poco de mediador para que pudiéramos reencontrarnos en esta nueva etapa en Melilla”.
Un papel con el que Eloy tan sólo puso su granito de arena para culminar una serie de fichajes avalados por las magníficas temporadas de un jugador que ha ido creciendo con el paso de los años hasta convertirse en todo un objeto de deseo durante un 2015 que terminó por unir sus caminos.
El fichaje que zanjó un conflicto familiar:
Nada más y nada menos que 8 temporadas habían pasado los protagonistas de esta historia separados por los colores de los diferentes equipos en los que han militado. Unos caminos en los que tanto Eloy como Pablo fueron forjando su propia historia despertando el orgullo tanto de sus padres como de su hermano Tito.
Unos sentimientos que se convertían en contradictorios cada vez que a ambos hermanos les tocaba batirse el cobre en las pistas de la LEB Oro. Enfrentamientos directos a los que procuraban no faltar unos padres que tenían más que claro a quién animar en cada ocasión: “Cada vez que nos enfrentábamos en casa vivían algo similar a la pregunta de ¿a quién quieres más, a papá o a mamá? Todo el mundo les preguntaba con quién iban a ir en partido por lo que terminaron por adoptar la medida de ir siempre con el que jugara en casa. Desde ese día comenzaron a dejar los nervios a un lado y a disfrutar mucho más de nuestros partidos sin preocuparse porque mientras uno ganaba al otro le tocaba perder” relataba un Pablo Almazán que, sin saberlo por aquel entonces, iba a tener en sus manos la pipa de la paz.
Todo ello a lo largo de un verano de 2015 en el que su condición de “mejor alero de la LEB Oro” le permitió gozar de un buen número de ofertas. Entre ellas la de un Melilla Baloncesto que acababa de renovar a su hermano Eloy y con el que comenzó a negociar en el más absoluto de los silencios: “Ellos habían mostrado desde comienzos del verano interés por ficharme pero yo andaba pendiente de alguna que otra opción para poder firmar en ACB. La verdad es que no había comentado nada a mis padres y apenas había hablado con Eloy cuando, estando de vacaciones en Marruecos, surgió la posibilidad de cerrarlo todo. Estaba sin teléfono y sin apenas internet por lo que hasta que no llegué de vuelta a España no comenté nada. Mi hermano Tito fue el primero en saberlo al venir a recogerme y, a continuación, le envié un mensaje a Eloy para contarle que por fin íbamos a jugar juntos”.
Una noticia que, sin él saberlo, era ya conocida por su futuro capitán, un Eloy Almazán que nuevamente había ejercido de Cicerone en la sombra para poder culminar el sueño de poder encontrarse con su hermano defendiendo una misma camiseta: “Tras renovar mi contrato él fue uno de los primeros jugadores por los que el club se interesó. Yo le iba picando poco a poco comentándole que se iba a hacer un buen equipo y adelantándole los nombres de algunos de los jugadores que se iban comprometiendo a la par que hablaba con el club para informarles de cómo se iban desarrollando los acontecimientos. Tenía varias ofertas y la opción de ir a la ACB pero finalmente aceptó venir a un proyecto ambicioso como este que nos daba la posibilidad de reencontrarnos. Cuando lo cerró me envió un mensaje pero yo había estado muy pendiente de ello durante todo el verano y para entonces la noticia ya me había llegado desde el club”.
Una firma que selló la paz, reencontró a dos hermanos y que les pone ante sus manos la posibilidad de lograr un hito histórico: convertirse en la primera pareja de hermanos que conquista el ascenso conjunto a la Liga Endesa. En Melilla hay motivos para soñar despiertos…