Llegó a Palencia con tres ascensos consecutivos a sus espaldas y con una maleta repleta de ilusiones a la hora de poder seguir creciendo de la mano del Quesos Cerrato pero una rotura de ligamentos frenaría en seco las aspiraciones de un Romà Bas que pasará por boxes para poder ayudar a su equipo en el tramo final de la temporada.
PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
El Quesos Cerrato Palencia será el equipo que comience la nueva edición de la Adecco Oro haciendo frente a una jornada de descanso que, a buen seguro, no le vendrá nada mal al conjunto de un Natxo Lezkano que ha ido viendo durante la pretemporada como varios de sus jugadores tenían que pasar ya por la enfermería.
Los esguinces de Urko Otegui y Roger Fornas o la rotura de fibras de Jon Cortaberría quedarían en una mera anécdota con lo sucedido tres semanas atrás cuando el exterior alicantino Romà Bas veía como sus ligamentos de la rodilla derecha hacían saltar por los aires todas sus ilusiones de cara a una temporada cuya próxima parada estará sobre la mesa de operaciones de un quirófano en Madrid.
Lejos de dejarse llevar por la dureza del momento, Roma tan sólo piensa ya en el día en el que pueda saltar de nuevo a las canchas, un instante que no se producirá antes de seis meses y para el que aún queda por delante un largo camino, el camino más complicado de una exitosa carrera.
Romà Bas: “Estoy convencido de que volveré”
El idilio de Romà Bas con la Adecco Oro daría comienzo con el inicio de una campaña 2010/11 en la que el Grupo Iruña Navarra le otorgaría la oportunidad de debutar en la competición tras su ascenso desde la Adecco Plata.
Vestido con la camiseta rojilla del conjunto pamplonés, Romà daría los primeros pasos de una historia que escribía sus primeras páginas en paralelo a un apodo, aquel “pata liebre” extraído de la serie “La hora chanante” y que le ha acompañado durante estos cuatro años en la competición dando incluso nombre a su cuenta de Twitter: “Fue un año bonito ya no sólo por todo lo que vivimos sino también por lo que ha representado con el paso del tiempo. Por aquel entonces daban en televisión esa serie que nos encantaba en el vestuario. Siempre la comentaba junto a Txomin López o Iñaki Sanz sin parar de repetir esas frases que tanta gracia nos hacían de la España profunda hasta el punto de que llegué a quedarme con ese apodo de pata liebre que se identificaba un poco con mis piernas. Era un humor un poco absurdo pero que nos marcó mucho hasta llegar a convertirnos un poco en esa panda de gañanes como ellos decían…”.
Pamplona marcaría el inicio de tres años mágicos en los que Roma Bas conquistaría tres ascensos consecutivos con Menorca Básquet, Lucentum Alicante y un Ford Burgos desde el que daría el salto a Palencia. Una oportunidad que, a comienzos del verano, Bas valoraba con entusiasmo: “Lo que más me motivaba era el interés mostrado tanto por Natxo Lezkano como por su cuerpo técnico durante las últimas temporadas para poder ficharme. Este verano se mostraron muy interesados creyendo que podía encajar muy bien lo que unido a lo que la gente me había hablado de este club hizo que me decantara por un proyecto que ha crecido mucho en los últimos años”.
En Palencia se integraría a marchas forzadas en la dinámica de un equipo que, en apenas 4 semanas, ha dado pasos importantes a través de un vestuario comprometido: “Desde el primer día me he sentido como en casa, aquí me he reencontrado con Urko Otegui y Oliver Arteaga con los que jugara ya en Menorca así como con un buen número de jugadores con los que he ido conociendo durante estos últimos años en la Adecco Oro por lo que el proceso de adaptación ha sido mucho más sencillo”.
Un proceso interrumpido de manera abrupta por una rotura de ligamentos que frenaría en seco sus ilusiones en una temporada sobre la que había depositado muchas esperanzas. El crujido de su rodilla derecha anticipaba los peores augurios: “Fue durante el primer día de entrenamientos con Natxo tras su paso por la Copa del Mundo con la Selección de Filipinas. A su regreso hicimos una jornada de entrenamiento en domingo de mañana y tarde y en una entrada a canasta durante la sesión de tarde, al ir a hacer un traspiés, noté un crujido en la rodilla derecha fallándome el apoyo para terminar cayendo al suelo. En ese momento no me dolió mucho pero me asustó el crujido ya que se escuchó con mucha claridad haciéndome pensar que podía ser grave”.
Pese a la gravedad de la lesión, el escolta alicantino no perdía la perspectiva tratando de buscar el lado positivo a un contratiempo que le apartará de las canchas durante varios meses: “Con el paso de los días, con la resonancia y con la visita a Madrid al hospital de la Mutua te vas haciendo una idea de lo que ha pasado y de lo que tienes por delante… quizá esto me hace valorar mucho más lo que he tenido durante estos 30 años sin apenas lesiones lo que me ha permitido disfrutar mucho tanto a nivel de juego como de ascensos. Esta es la cara que no nos gusta del deporte pero a la que estamos expuestos, dentro del mal he tenido la suerte de que se haya producido en el mejor momento posible cuando no hemos hecho más que empezar”.
En el nuevo camino que ahora comienza, y a la espera de una cita para pasar por el quirófano, el jugador exterior no pierde de vista la figura de su ex compañero Jorge García quien pasara recientemente por una lesión similar y quien supone ahora el mejor ejemplo: “Ahora hay que trabajar mucho y echarle muchas horas para tratar de volver lo antes posible. En ese sentido, Jorge es el mejor espejo en el que mirarse ya que él trabajo duro durante toda la temporada para poder volver. En mi caso me han hablado de un periodo de seis meses que quizá se pueda acortar por lo que estoy convencido de que podré llegar a la recta final de la temporada porque tengo la ilusión de poder ayudar al equipo en los playoff por el ascenso”.
Aunque sin lugar a duda, su capacidad de trabajo y buen humor no le dejarán de lado en un camino que muy pronto le llevará de regreso a las pistas, o al menos si sus compañeros de equipo se lo permiten: “Después de tres años consecutivos subiendo en un playoff en el que tienes que partirte la cara ronda tras ronda los compañeros ya me bromean diciéndome que este año van a subir directo para que me quede sin jugar pero… ¡ojalá! Ya que sin duda sería lo mejor para el equipo y, si eso sucede, yo estaré ahí disfrutando junto a ellos”.