Un grado más de motivación, un tono todavía mayor de intensidad, un foco más centrado de atención y concentración y de pronto y nuevamente, la excelencia ante una selección de altísimo nivel como es Brasil. España bordó el baloncesto y evidenció tener muy claro su guión.
MIGUEL PANADÉS
Sería bonito transmitir a los demás mortales ese baloncesto que alterna velocidad y pausa, lectura y ejecución, que sabe sacar ventajas para luego aprovecharlas sabiamente. Sería bonito que todos los equipos, sus entrenadores y los jugadores, se inspiraran en este baloncesto de excelencia si no fuera porque es, sencillamente, inimitable. Porque este guión diseñado por los técnicos es interpretado antológicamente por unos actores que en varios casos se mueven ya por el escenario con la naturalidad con lo que lo hacen por el salón de su casa. El dominio de los tiempos de ejecución, la toma de decisiones y la calidad en los pases y finalizaciones de varios jugadores de la selección adquiere un nivel fabuloso, incontestable.
En los dos primeros partidos España había ofrecido pinceladas de un juego exquisito y podía aceptarse la duda de si esas capacidades para convertir en fácil que para el resto es imposible sería también factible ante rivales de más nivel. Brasil, indiscutiblemente, es uno de los grandes de esta Copa del Mundo y sin embargo y tal como le sucediera anteriormente a selecciones de menor calidad, tampoco pudo frenar ese juego basado en el talento infinito, entendiendo por talento, todo lo que hace mejor al jugador, desde el punto de vista técnico, táctico, físico o mental.
La vista del aficionado se dirige lógicamente hacia los triples, los mates, los pases maravillosos, la velocidad en los contraataques o las lecturas de las defensas contrarias pero España consigue además de crear juego, destruir el del rival, minimizar sus ventajas y tanto desde la calidad defensiva en las responsabilidades individuales como colectivamente, en el diseño estratégico, también alcanza eficacia. Nuestra selección defiende tanto con las piernas como con la anticipación porque a la calidad en los jugadores, también para jugar en la mitad trasera de la pista, hay también calidad en los técnicos para construir las defensas adecuadas a cada partido, a cada rival.