A la suma de valores, deportivos y humanos, que envuelve a este grupo de grandísimos jugadores se une, en las vísperas de la Copa del Mundo, la valentía de aceptar con naturalidad de campeones, la condición de favoritos.
MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
No hay falsas modestias pero tampoco actitudes prepotentes. Hay transmisión de mensajes repletos de confianza en las capacidades propias y máximo respeto por las de los demás. Los grandes deportistas suelen serlo dentro pero también fuera de la pista, suelen mostrarse como campeones en su rendimiento deportivo pero también en su actitud ante el público y ante los medios. Esa adecuada gestión del entorno se convierte en otra asignatura que los máximos referentes deportivos de nuestro baloncesto aprueban con nota.
Leemos en las últimas semanas mensajes optimistas por parte de los jugadores y los técnicos, como ha de ser cuando se afronta todo tipo de retos, porque a la preparación técnico táctica y física también se une un componente psicológico que aconseja siempre, siempre, adoptar una postura optimista ante cualquier campeonato, incluso ante la vida misma. En el caso de la Selección a ese refuerzo mental se une el sentido común, la honestidad en el discurso, la aceptación con absoluta normalidad de la condición de favoritos entendiendo y afrontando las muchas dificultades que surgirán durante las próximas dos semanas.
Y junto a ese mensaje de confianza en las propias capacidades y dirigido hacia un entorno tan o más ambicioso y con prisas por ver a España disputando ya las medallas, la conciencia interna en el seno del equipo de emprender el viaje con la mentalidad adecuada respetando cada rival, cada fase, cada reto sin mirar demasiado lejos. Los jugadores y técnicos son conscientes de la importancia de “disfrutar del camino”, de vivir la Copa del Mundo día a día como una experiencia deportiva inolvidable tanto para los propios protagonistas como para todo el baloncesto español.