LOS LUNES DEL PRESIDENTE
Un recuerdo imborrable
8/11/2014 - 9:13 AM
Nueva columna de opinión de José Luis Sáez, presidente FEB.
POR JOSÉ LUIS SÁEZ
La plata de Los Angeles, vista desde las actuales alturas de un oro mundial, dos oros europeos, dos platas olímpicas y tantas otras medallas más, de nuestro baloncesto femenino y de formación, puede parecer una anécdota histórica.
Pero fue mucho más que eso.
Para toda una generación -que no podía soñar entonces con que treinta años después iba a vivir lo que estamos viviendo- aquel verano de 1984 fue un momento mágico, que creía que iba a ser único. Todos los españoles subimos aquel lejano 10 de agosto con nuestros jugadores a un podio que se convirtió, para los años inmediatamente posteriores, en un símbolo de nuestro orgullo e identidad. Y aquella Selección, como la de hoy, fue un ejemplo, una referencia deportiva y social para los que vinieron después.
En la FEB tenemos claro que para disfrutar del presente e ilusionarnos con el futuro tenemos también que honrar el pasado. A quienes nos precedieron y en muchos casos nos mostraron el camino a seguir.
El que partió de Los Angeles, con mucho trabajo, esfuerzos y pasión por parte de todos, nos ha traído hasta aquí. Por eso este homenaje lo es tanto a los protagonistas de aquella hazaña como a quienes gracias a ella se acercaron al baloncesto y en él se quedaron, ayudándonos a ser cada año un poco mejores y crecer hasta lo que somos hoy.
El recuerdo de aquella plata olímpica permanece imborrable. Pero no se puede recordar sin recordar también a quienes desde entonces nos fueron dejando, de forma muy especial a Ernesto Segura de Luna, Antonio Díaz Miguel, Fernando Martín y Héctor Quiroga. Para los que vivimos el verano del 84, todos siguen por siempre entre nosotros.
UN BRONCE. El fin de semana ha concluido con una nueva Selección Española subida al podio. La medalla de bronce conquistada por la U16 Femenina en el Europeo disputado en Hungría representa la quinta de este verano. De las cinco, cuatro corresponden a nuestras chicas, que un año más se reafirman como la mayor referencia del baloncesto femenino europeo de formación.
Como todos los bronces, éste tiene además el valor doble de la superación tras la decepción que siempre supone quedar a las puertas de una final. Pero el ejemplo de competitividad y espíritu colectivo –valores de los que tan orgullosos nos sentimos- ha sido, una vez más, sobresaliente.
Mi felicitación a todo el equipo.