Sus compañeros acabaron entregados a una magistral lección de baloncesto porque en apenas una hora, con un balón en las manos y un aro colgado en la pared del patio del hotel, dos de las leyendas más importantes de nuestro baloncesto dibujaron una auténtica obra de arte con palabras y sonrisas, con recuerdos imborrables y simpáticas anécdotas pero también y sobretodo, con consejos técnicos de inmenso valor para todos los aspirantes a entrenadores superiores. Una fascinante demostración de talento, técnico y humano.

Fue un momento especial, inolvidable para todos aquellos que tuvimos el privilegio de vivirlo porque oír como Norris explicaba lo que sentía antes o después de enfrentarse a Fernando Martín o como castigaba las rodillas de Sabonis, verle ejecutar con menos velocidad pero idéntica clase esos movimientos que ponía en pie a todo el Palau Blaugrana no tiene precio para todo aquel que ame el baloncesto y su historia. Escuchar las sabias observaciones de Ferrán, explicando con facilidad de quien no tiene una sóla duda dónde y cómo recibir y, una vez con el balón, como aprovechar la agresividad defensiva del rival para conseguir una ventaja definitiva se convirtió en un lujo para todos. Y así durante una hora que pasó volando entre el silencio de respeto y admiración tan sólo roto por las risas y aplausos que provocaba con frecuencia un Norris tan genial en la escena como ya lo era en la pista. 

“Cuando finalizaban los entrenamientos en el Barcelona nos quedábamos los dos a practicar situaciones de uno contra uno. Tuve la suerte de poder practicar horas extras con una estrella como Norris y eso me hizo mejorar muchísimo” recordaba Ferrán. “Hemos de transmitir a los jugadores la pasión por el baloncesto, la pasión por mejorar” apuntaba Norris. Ambos intercalaban mensajes con tanta armonía y coordinación como cuando jugaban, Ferrán abriendo la pista con su amenaza de tres puntos y Norris haciéndose fuerte cerca del aro, “ahí donde era feliz”…

Los dos coincidían en un mensaje final para el resto de compañeros sobre qué necesita el jugador de un entrenador. “Respeto y comunicación. El entrenador que respeta a los jugadores que entrena gana credibilidad. Si los escucha, gana además su confianza”. Y de pronto y de manera espontánea una prolongada ovación de todos los alumnos, puestos en pie, cargaba de emoción una clase convertida en la lección soñada.

“EL CES, UNA EXPERIENCIA ENRIQUECEDORA E INOLVIDABLE”

Ferrán Martínez y Audie Norris viven el Curso Superior con la misma intensidad y esfuerzo que el resto de compañeros. El Curso, obviamente, no distingue currículum y la exigencia es la misma para todos, desde lo que proceden de la élite o del baloncesto invisible. Lo fascinante es ver como los dos, que han conocido la parte más mediática del baloncesto, se han integrado con total naturalidad a la dinámica general y su empeño por sacar adelante este gran reto el idéntico al de cualquier otro candidato. Esa humildad y simpatía, esa predisposición a colaborar con compañeros, profesores o tutores, siempre desde la discreción y la modestia ha provocado todavía más admiración entre todos los que formamos parte del Curso Superior.

Ferrán afirma que “El CES2014 está siendo para mí una experiencia enriquecedora e inolvidable. Es como volver a vivir la intensidad de jugador profesional desde el punto de vista  del entrenador, con mucho trabajo en equipo y un gran ambiente. Muchas herramientas técnicas para crecer. Esencia pura  de baloncesto”

Norris siente orgullo por estar peleando por este nuevo “título” en su carrera. “En los primeros días me sorprendió la exigencia tan alta pero gracias a los compañeros y los tutores, estoy disfrutando de una experiencia inolvidable. Soy entrenador de baloncesto y estar en el Curso Superior me permite adquirir una formación completa que se suma a la experiencia que traigo de mis años como jugador y como entrenador en Estados Unidos. Me siento orgulloso de formar parte del CES2014”.