Los entrenadores maestros provocaron admiración por los conocimientos mostrados y lágrimas por las emociones compartidas. Fueron dos días tan intensos en el fondo como en las formas.
Miguel Panadés
Liderados por el impulso, discreto en las formas pero fabuloso en los contenidos de Diego Ocampo, los veinte privilegiados entrenadores que convivieron compartiendo experiencias en el Master de Formación disfrutaron de su inmersión baloncestística. La emoción llegó de la voz y el corazón de un Moncho Monsalve capaz de encandilar con sus palabras, con su viaje a la esencia de nuestro deporte.
Txus Vidorreta trasmitió oficio. Porque además de calidad, de detalle, de sentimiento, el entrenador debe transmitir ese conocimiento del escenario en el que se encuentra, esa seguridad de que lo que transmite puede convertirse en la herramienta necesaria para que el jugador se enfrente, armado, ante las defensas o ataques del rival. Y dentro de esta enseñanza global que abarca todos y cada uno de los aspectos del entrenamiento también se abordó algo tan importante como es la percepción y ahí Luis Guil expuso gran parte de su experiencia adquirida en sus muchos años de entrenador y especialmente en esta última temporada en Inglaterra.
Vidorreta, Ocampo, Monsalve y Guil, todos ellos entrenadores de élite, conocedores de lo que sucede en lo más alto y por lo tanto capaces de marcar el trayecto formativo de los jugadores. Miguel Martín, director del Curso, marcó el camino de los entrenadores y lo hizo desde el Método, desde la capacidad de análisis de lo que prepara y lo que ejecuta. Formamos jugadores y para ello es fundamental formar entrenadores porque cuanta más calidad en los jugadores más calidad necesitarán los técnicos.