POR JOSÉ LUIS SÁEZ

Un deporte practicado en los cinco continentes, con un número más que millonario de licencias, el empuje de las mujeres y competiciones de referencia en todo el mundo. El Baloncesto es todo eso y, desde luego, puede ser muchísimo más. Pero necesita una visión global y de conjunto.

Es evidente que por motivos históricos, geográficos y de concepto la NBA se mueve en un baloncesto paralelo, reglado según la estructura específica del deporte estadounidense, difícilmente transportable al resto. Pero la NBA sí puede ser, especialmente en el ámbito de la gestión, un referente. La búsqueda de la excelencia, la capacidad de reacción ante los problemas y, sobre todo, su disposición a cuestionarlo prácticamente todo –por consolidado que pueda parecer- con el objetivo de seguir creciendo.

El Baloncesto es juego, es competición, es espectáculo y es pasión. Un estilo de vida, lo bautizó alguien hace unos años.

Esa visión global, con la que todos hemos declarado estar de acuerdo, debe servir para reactivar un deporte que en ocasiones y en determinadas cuestiones es claramente mejorable. Desde la FEB seguimos convencidos de que la identidad y la identificación, como la permanencia, son valores imprescindibles para recuperar parte de lo que ahora echamos en falta. No es casualidad que todos reconozcan que las Selecciones Nacionales ofrecen un poder de convocatoria que no se alcanza en el resto de las competiciones: el plus de las selecciones es el de la identidad

Deben ser, pues, protagonistas importantes en esa reactivación en cuya necesidad también todos estamos de acuerdo. Pero las competiciones no deben rivalizar unas con otras: son y han de ser complementarias, retroalimentarse, y ser las piezas más sólidas posible de un sistema fuerte y sin confusiones. Si también en esto hay coincidencia de pareceres, llegar a acuerdos es más que posible.

Como no crecerá ni se desarrollará el Baloncesto es desde el conflicto y el desacuerdo. Sólo lo hará con equilibrio y colaboración. La presencia de la NBA en la nueva estructura de la FIBA ha dotado al máximo organismo del baloncesto en el mundo de una globalidad de la que probablemente hasta ahora adolecía.

Una globalidad que tiene que potenciar al máximo todos los proyectos deportivos y de competiciones a través del gran valor de la competitividad, la captación de los mejores patrocinadores, el interés de los medios de comunicación y la inversión en la promoción mundial de nuestro deporte, hasta el último rincón. Así lo plantea la FIBA: reforzando su estructura desde la modernidad y apostando por la planificación a largo plazo con una visión de futuro imprescindible para el crecimiento de todos.

Así, todos los objetivos son posibles. El de Un Baloncesto, también.